Prólogo
Cuando se empiezan a hacer los trabajos, las
investigaciones, lo primero que pensamos es ¡cómo no se hizo esto antes! ¡Cómo
es posible que solo ahora se estudie el papel cardinal que la prensa militar
del Ejército Libertador, desempeñara en la prosecución de nuestra gesta
independentista! Es algo que parecía obvio. Y, sin embargo…
Así sucede casi siempre: alguien comienza y,
entonces, todos dicen: pero claro, ése era el camino: no podría haber habido
Emancipación si no se degüella, primero, la solidez de una conciencia
colonialista y servil, que era la que realmente medraba en nuestro bienamado
país, que no por nada fue uno de los últimos bastiones del despreciable poder
colonial español en América.
Se trata, en este libro, de destacar, sobre todo,
el genio del Libertador San Martín, quien aprehendió el papel consubstancial
que la guerra psicológica tendría para facilitar la caída de un poder que, si
bien es cierto, ya mostraba obvios rasgos de decadencia, aún se mantenía
enhiesto en el otrora bastión del poder chapetón en esta parte del mundo.
Tan grande fue este rol –el del vencimiento de la
guerra psicológica- que ella permitió que San Martín y sus tropas tomaran la ciudad
de Lima sin disparar un solo tiro, y luego, desde ella, proclamaran la
Independencia del Perú.
Concientización y aglutinamiento de la población:
ése era el camino que San Martín, cuyo ejército –en fuerzas numéricas- apenas llegaba a los cinco
mil hombres, que, mermados por las enfermedades y las vicisitudes de la
campaña, hubieran sido presa fácil para el aún poderoso ejército realista.
Por ello, la necesidad perentoria de un
“minucioso, persistente y subrepticio programa proselitista, una activa estrategia
publicitaria que fuera menguando los ánimos de los españoles, en cuanto
alentaba la de los peruanos”.
Despertar la conciencia patriótica en la sociedad
–y mentalidad- colonial peruana: ésa fue la ciclópea tarea que cumpliera el
equipo de prensa que formaba parte del Ejército Libertador.
En fin, se trataba de crear, en los adversarios,
un desajuste psicológico, un clima de derrota mental que, a priori, los debilite. Para ello, avant-la-lettre usar efectos psicosociales que generaran, en el
enemigo, etapas de miedo, pánico y desorientación, pesimismo y desaliento que
permitieran llegar a acuerdos con la población civil en pro de la formación de
una conciencia popular, requisito sine
qua non para el triunfo de la causa libertaria.
Por ello, independientemente de las acciones
bélicas, este valioso texto de José Roberto Revoredo Castro, incide en la
formación de una conciencia popular que, en efecto, preparó el clima o el
ambiente, incluso bastante antes de que estallara la conflagración en sí.
Porque algo que se nos revela a muchos es que el
ejército que enfrentarían las fuerzas independentistas, estaba formado, en su
mayoría, por soldados peruanos, cuyo exterminio hubiera sido un verdadero
fratricidio.
De allí el carácter sui generis de esta guerra que se librara gracias al genio de San
Martín, quien conocía la función ideológica que desarrollan los medios de
comunicación, a través de sus mensajes.
Pero, modesto como era, San Martín no sobrevaloró
su conocimiento en este campo, pues él era, ante todo, un estratega y un
guerrero, por lo que se supo rodear de aquellos especialistas en esta guerra
psicológica que, igualmente, se podría llamar una “Guerra de Zapa”.
Se seleccionó, pues, personal idóneo: magníficos
en la técnica periodística, pero unimismados por la visión de su Norte: la
libertad del Perú.
Pertrechos ideológicos y periodísticos
El Ejército Libertador llevaba, entre sus
pertrechos de guerra, una imprenta portátil, verdadero motor para la gesta
independentista, y donde se imprimían y daban a conocer los triunfos y los
avances patriotas; y, asimismo, las necesarias proclamas que arengaban a la
tropa y población, en la lucha por el objetivo común.
La primera publicación hecha por nuestros
periodistas militares, fue el “Boletín
del Ejército Unido Libertador del Perú”, amén de volantes, folletos y otros
documentos subversivos frente al trastabillante sistema colonial.
De este Boletín
aparecieron 14 números, el primero el 5 de octubre de 1820, en el cuartel
General de Pisco. El último el 2 de junio de 1821, en Barranca.
Dirigían aquel muy eficiente equipo periodístico
el argentino Bernardo de Monteagudo, el colombiano Juan García del Río y un
argentino, nacido en Madrid, Antonio Álvarez Jonte. Todo ellos llevaron
adelante el trabajo de redacción y difusión de la propaganda, además del
necesario contacto con los patriotas peruanos.
Era idea de San Martín –idea que probó ser muy
acertada- que debilitando la moral del enemigo, con armas psicológicas que
ocasionaban la deserción en sus tropas, le aseguraría el triunfo.
Grandioso efecto de esto: el 2 de diciembre de
1820, el Batallón Numancia, uno de
los más reputados del ejército español, desertó de las filas del Rey, con lo
que los realistas vieron que su causa estaba prácticamente ya perdida.
San Martín, entusiasmado por estas victorias
ostensibles, redobló el número de las proclamas, con lo que se instauró una
verdadera guerra de la pluma; lo cual dio como resultado que se estuvieran
librando, en realidad, dos guerras: la de las armas, y la de la pluma, en la
que tuvo un papel cardinal el periodismo.
El periodismo del Ejército Libertador
Frente a los engendros oficiales, como La Gaceta del Gobierno de Lima o el mal
llamado El Triunfo de la Nación, se
yergue el periodismo del Ejército Libertador que, como escribiera el maestro
Tauro del Pino, “su concepción es más moderna que la advertida en los voceros
realistas, porque recoge y hace noticia. Es serio y ágil, agudo y versátil,
ilustrado y panfletario, según lo exigieran las circunstancias...”
Dentro del conjunto de patriotas que coadyuvaban
en la difusión de las noticias libertaria, también destaca, agudamente, este
libro el papel de la mujer que, con la apariencia de realizar reuniones
“sociales”, en realidad planificaban nuevas formas de ayudar al ejército de San
Martín. Asimismo, se destaca el papel de
un clero nacionalista que permitió que las iglesias sean centro de reuniones y
de confabulación contra la declinante tiranía chapetona.
Exactamente, el 10 de abril de 1821, el heroico
equipo de prensa del Ejército Libertador, emite una nueva publicación que, con
el nombre del rubro, fue el primer periódico patriótico y realmente
independiente.
Redactado apenas en cuatro páginas, y publicado en
la imprenta de José Antonio López, tuvo trece ediciones, con respetuoso pero
firme criterio profesional, idóneo para combatir las ideas y sentar principios
para la nueva sociedad ad portas.
En fin, no obstaculizamos, más, al lector, que
deseará, ávidamente penetrar en las
páginas de este volumen, tanto fascinantes cuanto aleccionadoras.
El magíster José Roberto Revoredo Castro, para
decirlo, con pocas palabras, ha acertado, en este trabajo de investigación,
que, a mayor añadidura es su sobresaliente tesis de postgrado para la Escuela
Académico-Profesional de Comunicación Social de la Facultad de Letras de la
Cuatricentenaria Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima. Su mirada
zahorí nos ha permitido adentrarnos en los meandros de una época fundacional
para el destino de la prensa escrita de nuestra república dolorosa (Martí dixit).
Además, relevamos el sentido altamente polémico y
enhiesto que él tiene al exponer sus pareceres, como, verbi gratia, en la desmitificación de Jaime Bausate y Meza y el
hecho de que, el de la puesta en marcha de su anodino y procolonialista “Diario
de Lima”, sea el día (1 de octubre de 1790) consagrado para honrar (deshonrar
sería mejor decir) el Periodismo en el Perú.
Hay asimismo, en el presente libro, páginas preclaras
sobre el papel jugado por una publicación “El Mercurio Peruano”, acerca de la
que tanta tinta equívoca se ha hecho circular.
Felicitamos, pues, a nuestro exalumno Revoredo
Castro, porque, con este volumen no solo enriquece la bibliografía sobre el tema,
sino que abre derroteros para continuar una investigación realmente
inexhaustible.
La
Calera, Lima, 2 de febrero de 2014
Dr. Winston Orrillo
Profesor Principal de la Facultad de Letras de San
Marcos, Escuela Académico Profesional de
Comunicación Social
Premio Nacional de Periodismo del Perú
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